Y llegó el día, y se casaron. María y Diego ¡se han casado! Y allí sonó música, mucha música, como no podía ser de otra manera. Y hubo un baile de sonrisas y lágrimas. De risas y nudos en la garganta que todavía, amigos y familiares recuerdan.
Él, nervioso. Ella, atenta a cada momento, emocionada, discreta. Los dos envolvían un panorama de fiesta, y de emoción pura.
¿Es posible que en una boda los propios novios se guarden secretos para sorprenderse? Es posible. Ella se encargaba de los detalles, de la decoración, de los colores. Él, de la música. De hacer que se respirase un ambiente de fiesta. Y es que había mucho que celebrar. Ellos se complementan. Cada un juega un papel, y cada uno es bueno en lo que hace. Ella no sabía con qué música arrancaría la celebración. Él tampoco cómo serían los centros de mesa ni sus colores.
Hablando de colores. La primera vez que hablé con María, supe que era una novia con las cosas muy claras. Ella sabía que su ramo de novia sería delicado, actual, pero romántico y tonos azules. Para la celebración al aire libre escogió precisamente ese. Para el día anterior uno de tonos rosas.
A continuación os dejo una selección de fotos que muestran algunos rinconcitos de esta boda tan especial.
En estos momentos los protagonistas deben estar camino a su luna de miel. Ójala cuando cierren los ojos y recueden este día, solo les salga sonreír.
Gracias! 💛